viernes, 10 de diciembre de 2010

El Humano Primario

Yo soy el Humano Primario. Esa es, al menos, la denominación que se me dio al momento de la Creación, cuando aún nada había sido creado. Al nacer, una voz solemne dijo: “a imagen y semejanza”… puras patrañas. Soy el humano primario. No tuve conciencia al nacer. No tuve mente al nacer. Era único e irrepetible. Aún lo soy.

Sólo se me dotó de un único sentido: el libre albedrío. Puedo hacer y deshacer a mi manera, a mi antojo. Nadie me juzga, nadie me juzgará, de aquí a la eternidad.

Nunca hubo una Eva. Nadie descendió de mí. Soy un ser asexuado y por lo tanto no puedo procrear. Sin embargo, todos descienden de mí. Creo que soy el Ser Supremo en este lugar. Pero, por alguna maldita razón que no logro comprender, no puedo ser Dios. ¿Por qué? No lo sé. No soy nada…, pero lo soy todo…

¿Lo soy?

Todos los que están allá, todos esos que tienen una forma idéntica a la mía, pero que no son yo (los muy estúpidos se separaron y ahora son “hombres o mujeres”) se hacen tal cantidad de preguntas y tan carentes de lógica, que me resulta imposible comprenderlos. ¿Qué es eso a lo que llaman amor? ¿Qué es el bien y el mal? ¿Por qué mierda necesitan creer en algo o alguien superior?

A mí no me importa. Sólo sé que no tengo principio ni fin… pero no soy Dios. Al igual que ellos, también tengo preguntas. La que más me he estado molestando últimamente: ¿por qué ellos se hacen tantas preguntas, si tienen todas las respuestas? ¿Por qué se sienten tan carentes, si tienen todo lo que necesitan? ¿O no lo tienen?

Uf, creo que la ambrosía me está matando, no sé qué es real y qué no lo es. Lo único que sé con certeza, es que no soy Dios.

¿Que por cómo o por qué lo sé? Simple: ensayo y error. Además, la he cagado tantas veces, que las cagadas de ellos me parecen insignificantes.

Pero al menos por esta noche me puedo ir a dormir en paz. La he cagado…, pero nunca tanto.