martes, 20 de marzo de 2007

Un dilema positrónico... a la chilena (Cap. 1)

Durante el vuelo, Alan se sentía muy satisfecho, pues estaba haciendo realidad el gran capricho de su vida. Realmente estaba disfrutando del viaje, mientras observaba en su notebook abierto el catálogo que le habían enviado una par de semanas antes por correo. Y no lo pensó dos veces antes de iniciar su viaje.
-¡Para qué quieres una porquería como esa! –le había reprochado su mujer.
-¿Y pa qué vai a ir si te lo pueden mandar desde la fábrica? –le había dicho un amigo.
Es que ellos no entendían. No sólo era la oportunidad que tenía de adquirir el objeto que más había anhelado desde pequeño, sino que también de conocer la fábrica misma donde se producía.
Por eso había decidido viajar cuanto antes a Estados Unidos.
-¿Y por qué no eliges uno japonés, mejor? Ellos saben más de estas cosas que los gringos –había intentado convencerle el mismo amigo.
Pero no, Alan quería uno fabricado por la U.S. Robots and Mechanical Men Inc. por dos motivos: le ofrecían una visita guiada por la fábrica y, más importante aún, el robot que iba a adquirir podía ser programado para entender y hablar en español.
El avión se posó suavemente sobre la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional de Dulles en Washington, donde le esperaba el agente de ventas de la U.S. Robots que se encargaría de su visita a la fábrica y de su estadía en Estados Unidos.
-Buenas tardes –saludó el agente de ventas quién lo esperaba a la salida de los trámites de extranjería.
Su español era bastante decente, lo que evidenciaba lo importante que eran para la Compañía sus clientes.
-Soy Walsh, agente de ventas de U.S. Robotics and Mechanical Men, y le doy la bienvenida a los Estados Unidos. ¿Tuvo usted un buen viaje?
-Así es, muchas gracias.
-Yo le acompañaré durante su estancia aquí. Trataré de hacer lo posible porque sea placentera para usted.
-Muchas gracias. Me gustaría darme un baño, si fuera posible.
-Por supuesto, lo llevaré a su hotel.
A las puertas del Aeropuerto los esperaba un elegante automóvil que, cómo Alan descubriría en unos instantes, no tenía chofer.
-El coche posee un cerebro positrónico, por lo que no necesita de chofer –le aclaró Walsh.
Alan estaba impresionado. Nunca había visto nada similar. De hecho, lo más cerca que había estado de un robot, fue durante una visita al mineral de El Teniente, donde gran parte del trabajo dentro de la mina era realizado por robots especializados. Pero aún así, pese a su escaso conocimiento, adoraba a los robots. Y eso lo hacía ser un bicho raro, pues a la mayoría de la gente no le gustaba que “esos aparatos” anduvieran cerca, mezclándose entre los humanos. Entre ellos estaba su mujer, que había puesto el grito en el cielo cuando Alan le contó que por fin iba a comprar uno. Ella sabía que él siempre había soñado con tener uno, pero siempre lo vio como un sueño loco nada más. Además, Alan nunca tendría el dinero para costearlo. Pero se equivocó. Ahora tendría que luchar por revertir su complejo de Frankenstein o simplemente abandonar a su marido.
Pero eso por ahora a Alan no le preocupaba. Estaba disfrutando mucho su estancia y lo mejor vendría al día siguiente, cuando por fin visitaría la fábrica y compraría su robot.
El día de la visita, Alan parecía un niño pequeño dentro de una chocolatería, desde que fue atendido por un robot en la recepción, hasta salir de la línea de ensamblaje. Allí lo esperaba Walsh, con una gran sonrisa, junto a la línea de robots domésticos de la Compañía. Alan no necesitaba ver nada, él ya tenía claro cual iba a comprar, pero igual agradecía poder ver al resto de sus opciones en persona.
-Señor, este es el modelo CRL para aplicaciones domésticas.
-Lo llevo –dijo Alan sin mayor elegancia. Walsh lo condujo a una oficina, lugar donde firmarían el contrato, el que incluía la mantención bianual del robot de por vida. Alan pagó en efectivo los cuarenta mil dólares que costaba el modelo y Walsh le ofreció la opción de llevárselo montado y funcionando o embalado en una caja.
...
Ahora será el lector quién decida el curso de la historia eligiendo su opción en la encuesta que se encuentra a continuación, la que estará abierta por dos semanas como mínimo. Cualquier comentario, crítica (respetuosa y constructiva por supuesto) o saludo, pueden postear.



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